CISCOMENTARIO®

La amenaza de aranceles entre EE. UU. y México ha sido una herramienta de presión efectiva en negociaciones sobre migración y tráfico de drogas. Aunque su entrada en vigor se postergó un mes, la incertidumbre persiste, afectando inversiones y la economía. Es necesario implementar una estrategia definitiva para eliminar esta amenaza y evitar impactos mayores en el futuro.

La política económica del nuevo gobierno estadounidense ha impulsado expectativas de mayor crecimiento, fortaleciendo al dólar frente a otras monedas, especialmente el peso, al considerarse una moneda refugio. Sin embargo, la imposición de aranceles podría revertir estos avances, afectando la inflación y la resiliencia del consumo interno, principal motor del crecimiento.

El segundo mandato de Donald Trump en la presidencia de Estados Unidos retoma las prácticas y políticas implementadas durante su primer periodo, especialmente el proteccionismo comercial, la defensa de los intereses norteamericanos y los incentivos fiscales a las empresas. Este regreso llega fortalecido bajo lo que ahora se conoce como 'Trumponomics 2.0', lo que exige una respuesta proactiva y concertada por parte del gobierno y las empresas mexicanas para minimizar posibles impactos negativos.

En nuestra tradicional carta a los Reyes Magos, ponemos en la cima de nuestra lista que el país alcance la estabilidad económica y social que tanto hemos anhelado. Lograrlo no depende de sabios ni magos, sino del trabajo conjunto entre sociedad y Estado. Para ello, es fundamental dejar de lado el encono y la división; la prosperidad del presente y del futuro depende de nosotros.

El nearshoring es una gran oportunidad para México por su ubicación y sus lazos productivos con socios comerciales. Sin embargo, la falta de estrategias adecuadas y el proteccionismo han debilitado su potencial para atraer inversiones. Es crucial corregir el rumbo.

El año 2024 será el de menor crecimiento desde la pandemia. Los indicadores macroeconómicos cerraron con resultados preocupantes en términos de crecimiento, empleo e inversión, destacando únicamente la reducción en la inflación. Sin embargo, las condiciones actuales no son favorables para recuperar el crecimiento, y lo avanzado en la contención de la inflación podría perderse si no se toman medidas desde ahora.

El Plan México representa un paso crucial en la búsqueda del desarrollo nacional, con objetivos y estrategias de acción que han logrado generar consensos. Sin embargo, será fundamental convocar a todos los actores políticos y económicos para participar activamente. Es probable que se requieran ajustes sobre la marcha, pero lo más importante será el compromiso conjunto para alcanzar las metas establecidas.

Construir escenarios sobre el comportamiento futuro de las condiciones económicas del país permite una mejor planeación. Para 2025, los escenarios no son muy favorables: persisten la desconfianza y la incertidumbre, y el crecimiento económico se mantiene débil. Sin embargo, las oportunidades existen y, con trabajo conjunto, pueden ser potenciadas.

Ante el complejo escenario de incertidumbre que enfrenta la economía mexicana, el Banco de México continúa reduciendo la tasa objetivo de política monetaria. Si bien estas decisiones se respaldan en la disminución de la inflación, también consideran la debilidad del PIB, reavivando el eterno debate sobre si su enfoque debe centrarse exclusivamente en el control de la inflación, incluso a costa del crecimiento.

Al imponer aranceles del 25% a las importaciones de México, Estados Unidos pone en jaque el T-MEC y las bases del comercio libre entre socios. Este movimiento rompe cadenas de producción, reduce la competitividad y eleva la inflación, generando efectos negativos para ambos países, especialmente para sus consumidores.

El Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS), vigente desde hace décadas, ha ganado relevancia por su impacto en el precio de las gasolinas. Aunque busca limitar el consumo de productos nocivos, su alza fomenta mercados negros como el huachicol y se convierte en una valiosa fuente de financiamiento gubernamental para fines no relacionados.

La inseguridad no solo es un fenómeno social que afecta a la población, sino también un problema económico que impacta a las empresas y, por ende, a la economía nacional. Los costos directos e indirectos de esta problemática están en aumento, lo que reduce la productividad y la competitividad. Aunque el nuevo gobierno ha logrado algunos avances en su combate, estos siguen siendo insuficientes.